martes, octubre 17, 2006

EL HOMBRE DETRÁS DE LA BELLEZA Y LA POLÉMICA



Daniel Samper Ospina, director de SoHo, habla sobre lo dulce y lo amargo de su cargo.


Cientos de mujeres en el país darían más de lo que tienen por recibir una llamada suya, otras tantas disfrutarían la conversación y le escribirían una crónica; miles de hombres le agradecen cada mes y otros prefieren demandarlo. Así es el día a día del director de una de las revistas más leídas y más polémicas del país: SoHo. Que sea él mismo el encargado de contarnos esas historias:


Adriana Molano: ¿Cómo llegó a ser director de la revista SoHo?
Fue en el año 2001, a mi me ofrecieron la dirección dos veces, la primera la rechacé porque creía que una revista como SoHo era muy insultante para la realidad social del país y la segunda dije: “si quieren pienso un proyecto editorial, de cosas que haría en la revista, que veo que no se hacen y si encuentro la forma en que la revista se vuelva una plataforma de periodismo literario y no sólo una publicación donde salgan modelos y carros y joyas, con mucho gusto acepto”.



Hacer que la revista respondiera a una tradición de revistas mensuales para hombres, sobre estilo de vida, que se han hecho en otros países, concretamente en Estados Unidos. Todo el movimiento de periodismo literario, de periodismo narrativo o de nuevo periodismo, finalmente se vio en Esquire, una revista gringa buenísima, y de alguna manera en Play Boy en la década de los sesenta, eran revistas que conjugaban la propuesta gráfica con la parte periodística venida de grandes firmas, con buenos temas, era un periodismo que no se hacia antes, basado en la técnica literaria. Entonces, si lográbamos que la revista fuera un punto de congruencia entre buenos escritores y la temática para hombres, se podría hacer en Colombia un producto que refrescara el periodismo y de alguna manera creo que eso ha pasado, más allá de las fotografías de las modelos, y de la desnudez de muchas de ellas que ha servido para replantear en términos morales el país, estamos tratando de atacar una doble moral que existe, según la cual es más escandaloso un desnudo que una masacre; más allá de eso creo que hemos abierto una plataforma que antes no existía.



Sharon Salazar: SoHo es una revista para hombres pero también muchas mujeres la leen, ¿se plantean artículos o secciones para ellas?
Creo que sigue siendo una revista hecha para hombres, al menos para mantener un discurso comercial, pero la estrategia editorial es muy incluyente, lo interesante de SoHo es que cualquier revista, cualquier edición, tiene algo interesante para cualquier género o edad. Mi sobrino de catorce años seguramente se concentrará en las fotos, pero mi abuela de setenta y dos encontrará artículos testimoniales interesantes para cualquier persona. Las temáticas de SoHo y los artículos especialmente buscan despertar interés. No hacemos nada concreto para mujeres ni tampoco nada concreto para niños, pero hemos tenido un público que nos acepta en diferentes edades y géneros, aunque la publicación esté enfocada a un hombre específico.

S. ¿Cómo han hecho para que la imagen de la mujer no sea degradada?
De golpe esa es la única deuda que he tenido conmigo mismo y el único complejo que yo podría tener todavía, pero de alguna manera lo he resuelto pensado que el modelaje es un oficio como cualquier otro, finalmente es una carrera y SoHo hace parte de un galardón en la hoja de vida de cualquier modelo, de esa manera salir en la revista no es un atentado contra la mujer ni mucho menos, sino una oportunidad dentro de una carrera de modelaje. Seguramente cualquier feminista pensará que es un horror que haya una mujer desnuda en una portada y que la mujer sea una especie de carnada comercial para que los hombres compren la revista, yo creo que son puntos de vista muy comprensibles, ¿por qué está mal el desnudo de una mujer de veintidós años y está bien el desnudo que sacó la Revista Número de Florence Thomas que tiene sesenta? Es relativo, simplemente creo que la mujer es un tema interesante en la vida de los hombres y que la revista lo aborda de ese modo, más bien invito a las revistas de mujeres a que saquen hombres en su portada y los entrevisto.

A. Por ahí dicen que usted es capaz de hacer desnudar a cualquier mujer ¿qué tan cierto es eso?
Yo creo que cuando la gente llega a las instalaciones de SoHo jura que va a encontrar una especie de palacio con jacuzzis prendidos, humeantes, llenos de modelos empelotas, pero ésto no es más que una revista, aquí hay un computador, allí hay siete redactores apiñados en un espacio. La verdad es que nadie es experto en desnudar a nadie, ésto se ve como un oficio, hay mujeres que no se quieren desnudar y no se desnudan, las que se quieren desnudar porque creen que es bueno para su carrera lo hacen y ya.

A. Pasando a un tema más serio, como es la demanda impuesta por un grupo católico en contra del artículo de Fernando Vallejo y las fotos de la Última Cena y la Crucifixión, ¿por qué decidieron publicar el artículo?

Porque nos pareció bueno en primer lugar; segundo, Fernando Vallejo en SoHo escribe de lo que se le da la gana; tercero, porque quisimos hacer una historia estética, basada ésta vez en el viacrucis de Cristo. Un par de números antes hicimos otras historias estéticas que eran versiones de cuentos infantiles para adultos, eran temáticas editoriales no desplantes morales, lo grave es que haya aparecido un grupo de personas que trate de limitar la capacidad creativa, decir hasta dónde puede uno llegar o no llegar, según ellos lo interpreten o no como un agravio para su fe católica, de todos modos, cuando uno tiene una fe sólida una fotico de éstas no le hacen mella.

A. Entonces la decisión de tomar las fotos de ese modo se dio pesando en ese mismo concepto estético.

Si, el de crear una historia fotográfica que fuera bonita y divertida, además el tema de la Última Cena era interesante porque se han hecho miles de versiones, pero muy pocas de ese modo, porque después de la denuncia nos dimos a la tarea de averiguar y algunos fotógrafos han hecho versiones en las que Cristo es reemplazado por una mujer desnuda. Nos pareció que se prestaba para el estilo de la revista el convocar a personalidades de la vida nacional, descontextualizarlos, que salieran de apóstoles y que además fueran diversos, para demostrar que todos cabían en la misma foto. Lo que pasa es que en Colombia la derecha católica es ortodoxa, absolutamente goda, doble moralista, y tuvo una reacción que puede ser respetable pero en todo caso es grave que nunca antes la haya tenido frente a otros temas, que me parece no sólo son morales sino éticos y criminales, como la violación de niños por parte de curas, yo no he visto que el señor Alejandro Ordóñez o los señores Corsio Otálora hayan saltado a la palestra, porque eso si ofendería la fe.

A. Supondríamos que ellos hacen escándalo cuando les conviene y guardan silencio cuando no.

Por lo menos tienen una moral muy particular, yo creo que es más ofensivo para la fe católica no unas fotos como éstas sino que haya unos curas que violen niños y ellos han debido exigir, si se creen dueños de la credencial suprema que los acredita como únicos católicos, por lo que aparentemente nos demandaron, deberían exigir a la iglesia que se purgue, pero han tenido un silencio cobarde.

A. ¿Todas las personalidades que aparecieron en la fotografía tenían conocimiento del artículo?

No, del artículo no, de la foto de ellos sí. Hay que decir que el artículo no se trataba concretamente de esa foto, sólo iba anexado a la historia fotográfica, pero ésta no ilustraba el artículo. Fernado Vallejo ha sido columnista de SoHo, esa vez escribió sobre los Evangelios y terminó siendo una bomba religiosa ese número, pero ellos sabían que íbamos a hacer una versión al estilo de SoHo con Alejandra Azcárate y que ellos serían los invitados como apóstoles y nada más.

A. ¿Alguno de ellos, después de conocer el artículo, manifestó su desacuerdo?

No hubo Judas, o no hubo ningún tipo sincero que lo dijera. No se si alguno se habrá molestado, pero hubo algunos que estuvieron particularmente solidarios y otros que no. “La Chiva” Cortés ha peleado con todo el mundo por hacer respetar su derecho a salir en fotos de éste tipo y otros han pasado más agachados, pero ninguno me llamó a criticar nada, o fueron muy respetuosos por lo que habían hecho o no quisieron pasar el oso de decir que se habían arrepentido, pero la mayoría está muy contenta con el resultado.

S. ¿Esperaba que esa foto en particular causara tanta controversia?

Honradamente yo pensé que iba a causar algo de polémica, pero nunca me imaginé que tanto. Después de ésto ya entiendo por qué los conflictos que más se eternizan en el tiempo son los religiosos, también entendí por qué los odios religiosos son casi irreconciliables, más que los políticos. En su momento creí que un lector de SoHo iba a entender, como efectivamente pasó, nosotros tenemos un tiraje 110.000 ejemplares, de los cuales el 52% son suscriptores, toda la edición se agotó y de los suscriptores recibimos sólo dos quejas, eso quiere decir que un lector natural de SoHo apreciaba estas fotos o al menos no le hacían daño. Lo curioso es que haya personas que en apariencia no deberían leer la revista y que la hayan comprado e hicieron hasta lo imposible por ofenderse, creo que bastaba con no comprar la revista.

S. ¿Cuáles fueron los argumentos que soportaron la demanda?
Uno, fue un artículo de Código Penal que habla sobre los daños o agravios a personas o cosas dedicadas al culto, y el otro era injuria y calumnia contra mí. El de daño y agravio supongo que es un artículo que ellos interpretaron de una manera particular, porque se refiere a las obras que se destruyen y ésta es una obra que se crea, estoy seguro que el artículo se refiere a daños y destrucción física.

A. Además, en su defensa se argumentó que el cuadro de la Última Cena es una representación artística, no un objeto de culto.
Si, es un cuadro, que nos demande Leonardo DaVinci pero no un grupo de católicos que además se abrogaron el derecho de representar a todos los católicos, porque en la foto casi todos son católicos, empezando por la modelo, entonces ella terminó demandándose a sí misma a través de un señor que la estaba representando su fe. Para ella, hacer una fotografía de éstas no era ir en contra de la religión, era un trabajo artístico. Básicamente eso era lo que alegaban, y que yo había cometido injuria y calumnia al publicar y promover la revista.

A. El Doctor Humberto de La Calle, actuando en su defensa, presentó un argumento muy puntual y era que no se debe confundir el delito con el pecado, si ustedes no cometieron ningún delito ¿se sienten pecadores?

No, mi relación con la iglesia católica llegó a un punto muerto, yo soy católico porque me formaron como católico, después fue desensamblarme psicológicamente para no sentir culpa, pero evidentemente no creo en la institución de la iglesia, en esa medida no me siento pecador porque no estoy dentro de la moral de la iglesia para juzgar. Lo que si me parece repugnante es que la iglesia, o esa ala derecha católica colombiana, sea tan manipuladora entonces, lo que para ellos podría ser un pecado, como la foto, lo tratan de convertir en un delito, pero cuando es al revés manejan las cosas de otra manera, cuando ellos cometen un delito, como curas que violan niños de doce años, ellos lo manejan como un simple pecado, su juez es Dios y eso no puede ser así, el juez tiene que ser un señor en Paloquemao como el juez de todos nosotros, pero ellos manipulan la cosa para que en unos el pecado se vuelva delito y en ellos el delito se vuelva pecado.

S. Partiendo de la demanda, ¿usted cree que en Colombia existe una plena libertad de expresión?
No la hay por hostigamiento jurídicos de ese estilo, pero lo que más atenta contra la libertad de expresión en Colombia no es que haya unos tipos demandando una revista por sacar unas fotos, sino cosas tan graves como la persecución y asesinato de periodistas de provincia al año y que no tienen repercusión nacional. Lo nuestro era un caso de atentando contra la libertad pero gracias a los términos civiles y civilizados y a la evolución de la gente dentro de la iglesia católica, uno puede terminar hasta agradeciendo que le pongan una demanda penal pero no que lo quemen en una hoguera o que le manden un sicario.

A. Usted cree que si el proceso hubiera continuado, por sus argumentos de defensa ¿los habrían declarado inocentes?

Yo siempre creí, no sólo que era inocente, sino que era absurdo que se hubiera aceptado el caso, pero uno no sabe, nos tocó un juez que estaba de acuerdo con eso, que tiene una visión de mundo parecida a la de uno, que separa los temas jurídicos y legales de los fanáticos y religiosos, pero con un juez que no pensará así, uno no sabe. Lo que habría sido grave es que hubiéramos sido condenados, no por la pena, sino por el precedente, porque cualquier persona podría aducir que siente lesionada su fe religiosa ante cualquier expresión que haya, porque si publican una caricatura de Quino con un San Pedro, la persona puede decir que cómo van a representar de esa manera a San Pedro, que es una falta de respeto y Quino terminaría preso, entonces quién pondría el límite de qué es ofensivo y qué no y terminaríamos en una cacería de brujas que haría imposible vivir en sociedad, por eso, al final prevalece el derecho a la libertad de expresión sobre el de la libertad de culto.

S. ¿Qué pasó con la campaña “SoHo por la libertad de expresión”? Antes, al abrir la página de internet aparecía resaltada, ahora no ¿por qué?

Porque ya salió el fallo, porque atravesamos ese momento, y seguir insistiendo sería una manera de hacer publicidad con eso y la verdad es que el espacio se creó para mantener informada a la gente que quería estarlo, sobre todo lo que pasaba con el caso, y de todas formas vamos a dejar una columna negra permanente para que se la roten personas distintas que escriban sobre lo que no les gusta de SoHo.


A. ¿Ustedes no van a usar ese “Por la libertad de expresión” como un caballo de batalla o como bastión editorial?
Como un caballo de batalla sí, como bastión editorial no. Sacaremos un libro con todo el caso para que quede el precedente en las universidades. Mantendremos la columna para siempre, en lo que no queremos que se convierta es en un sistema publicitario, ya con el caso resuelto, con todo aclarado, seguir exprimiéndolo sería un poco de mal gusto, nos quedamos con el concepto y la conciencia de estar vigilantes a que no haya atentados contra la libertad de expresión.

A. Durante el caso, las revistas de Publicaciones Semana, su casa editorial, se solidarizaron con ustedes, pero ¿algún otro medio también lo hizo en defensa de esa misma libertad de expresión?
Si, medios concretos como CM& y periodistas muchos: María Ximena Dusan, Julio Sánchez, con una columna en El Tiempo, Alberto Aguirre en Cromos, Antonio Caballero, Daniel Coronel. Hubo una gran manifestación en ese momento, no para transmitir su cariño hacia SoHo sino para señalar que lo que estaba en juego era algo que podía poner en peligro la libertad de expresión.

A. A partir de estos hechos y de lo que pasó ¿SoHo ha pensado cambiar sus políticas editoriales, ser más reservados o incluso autocensurarse?
De ningún modo, tampoco vamos a hacer todo lo contrario porque no vamos a alborotar el avispero, pero seguimos como si nada, de hecho, cuando el proceso estaba abierto, en la edición 69, cinco ediciones después de la del problema, le encargamos un tema al fotógrafo Mauricio Vélez, quien nos hizo varias fotos entre las cuales estaba la de una modelo vestida de monja, así llegó, nos pareció bonita la foto y así salió. Hace pocos números publicamos un artículo de Vallejo que se llamaba “Palabras a mi juez” en el cual despotricaba de la religión católica, cosa que está en su absoluto derecho de hacer y nosotros de publicar, de modo que no vamos a autocensurarnos, porque esa también es una de las grandes mordazas de la libertad de expresión, la idea no es hacerle daño a nadie.

A. Una vez terminado el proceso, ustedes querrán olvidar el incidente y seguir adelante ¿qué viene para SoHo?
Hacer lo mismo de siempre, tratar que la edición que sigue sea mejor que la anterior, dentro del desarrollo de las líneas que tenemos para crónica literaria, el respeto por los temas originales, un amor porque la revista tenga un status estético e intelectual, convocando firmas maravillosas que escriban de temas no livianos pero si cotidianos, en todo caso seguir haciéndole desplantes a este país viejo, ortodoxo, peligrosamente intolerante, que ve a una revista como SoHo como una amenaza para los valores aunque sea todo lo contrario, llena de buena producción y buena oferta intelectual.

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FIEBRE DE SÁBADO EN LA NOCHE

30.000 almas vibrando al ritmo de Rock al Parque en su versión 2006.

La noche es fría y oscura, ha llovido y pronto volverá a comenzar. La calle 63 está cerrada y debemos caminar desde la avenida 68 hacia arriba para encontrar la entrada.

Una lona blanca recubre el enmallado del Parque Simón Bolívar, aunque quisiéramos no sirve de nada quedarnos afuera, aquí sólo escuchamos el eco distorsionado del metal y vemos el resplandor de los reflectores sobre el cielo, que parecen augurar los relámpagos que vendrán.

Hombres y mujeres caminan en todas direcciones, algunos con la euforia de estar próximos a entrar, otros con la de haber visto a sus ídolos. En galladas o por unidad, los rockeros se preparan para el evento que una vez al año les regala el Instituto Distrital de Cultura y Turismo, para que sean ellos, para que se conozcan y reconozcan como parte de la ciudad.

Más arriba, a unos cien metros de la entrada, aparecen los primeros guarda-correas, cadenas, riatas y todo aquello que, por descuido o por no descompletar la pinta, el metacho o punketo haya llevado y la Policía no le permita entrar; mil pesos por cuidar el cinturón y el riesgo de no volverlo a ver es el precio para entrar a la Plazoleta.

A lado y lado de la 63, los paraderos de aluminio sirven de barra para los que prefieren acabar la botella de Vodka Ivanof antes de disfrutar de los bajos y las baterías. Detrás de los paraderos, sobre la malla que rodea el Museo de los Niños y el Parque El Salitre, más de uno encaleta sus pertenencias, pero los Auxiliares Bachilleres y la seguridad del Museo se encargan del decomiso. Otros utilizan las rejas para esconder más que taches y punteras, la bareta se camufla y una bicha cuesta quinientos pesos, aunque hay descuento para grupos. “Si viene la tomba disimulen y piérdanse”, es todo lo que dice el jíbaro experimentado.

410 hombres se encargan de la logística del evento, 2.000 policías de la seguridad y más de 30.000 de dejarse llevar por los acordes y desdoblarse al ritmo del Día de los Muertos, Horcas o Koyi K Utho. Todos hacen parte de un grito ahogado audible sólo al terminar cada canción.

El escenario del lago se cierra y una multitud vestida de cuero negro y jean desteñido y rasgado se desplaza entre las sombras de los árboles para escuchar el cierre del sábado. En la plaza principal, Fear Factory hace temblar hasta al cielo y la lluvia cae sobre las cabezas de los miles que saltan y se empujan. Algunos ya han salido y se agolpan bajo los mismos paraderos que visitaron horas atrás, otros usan el puente peatonal como refugio, aunque el viento se hace cómplice y arrastra el agua en todas direcciones.

Al final, la fiebre de sábado por la noche los ha infectado a todos, pero el agua ha sabido contenerlos; después de las convulsiones y el hervor de la sangre, un baño helado calma a los melómanos que atestan las pocas busetas que van hacia el sur, las mismas que mañana, en ruta circular, los traerán de nuevo para que sigan vibrando en el parque con su rock.

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lunes, octubre 09, 2006

UN HOMENAJE EXCLUSIVO

Asistir a la proclamación del Premio Nacional de Periodismo es mucho, pero asistir al cóctel en homenaje a los ganadores supera las expectativas.

Son las siete de la noche, la luna en creciente sobre el oscuro cielo capitalino nos prepara para una gran celebración. Los tacones, el abrigo y la cartera no pueden faltar, así como tampoco se puede olvidar la invitación del doctor José Alejandro Cortés, Presidente de Sociedades Bolívar, aunque todos tengamos que llegar con ella en la mano porque, por sus 15 x 15, no hay forma de hacerla caber en las billeteras de los caballeros o los bolsos de mano de las damas.

No hace falta tomar un taxi, aún cuando la administración pública haya olvidado encender las luces de las cuatro cuadras que debo recorrer. Es increíble que en pleno centro de Bogotá se encuentre uno de los clubes más reconocidos e históricos del país y todavía más increíble, que con toda una vida pasando frente a sus cuatro escalones nunca hubiese podido entrar, al menos sé que no solo he sido yo, sino la absoluta mayoría de ciudadanos los que apenas ven el desfile de autos con vidrios polarizados.

"Bienvenidos al Jockey"

Cuatro empleados del Club, vestidos de paño negro y corbatín, esperan en la puerta para recibir a los invitados, en un gesto de galantería y de control de la entrada, porque sólo quien llegara con invitación podía ingresar. A la derecha, en el atril de la puerta, una placa de mármol nos recuerda que ese edificio es Patrimonio Cultural, y de paso nos da certeza de que ese es el sitio que hemos buscado, porque no hay placas con la dirección o el nombre del Club.

Éste es un lugar para ver y ser visto, las élites se reúnen y deciden sobre los destinos del país, hoy no será la excepción, aunque estemos celebrando en honor de los ganadores del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2006, los invitados no sólo vienen a congraciarse con ellos. Una alfombra de color carmín nos da la bienvenida y servirá de guía para alcanzar el tercer piso. Unos pasos atrás, el ex - Presidente Alfonso López Michelsen se baja de su carro y del brazo de su esposa sigue el mismo camino.

"Buenas noches, bienvenidos al Jockey Club" es la frase que una y otra vez se escucha en la puerta. El ganador del premio a Vida y Obra de un Periodista espera que el dorado ascensor se abra, otros preferimos subir la escalera de caracol que, de paso, nos da una vista privilegiada de los salones y el lobby del Club.

Quién falta?

Apenas estamos sobre la hora citada en la invitación y más de cien personas hacen presencia en el salón principal del tercer piso del Jockey, enmarcados entre el parqué de madera en el piso, los tapices en las paredes y las cortinas ocres victorianas.

Todo es risas y saludos afectuosos, pero ¿quién falta? Alrededor no hay más que señoras de sociedad, ejecutivos de todas las edades y socios fundadores del Club; ¿dónde está la prensa?, se pregunta la mayoría, no porque quieran ser fotografiados para aparecer en las páginas sociales del fin de semana, sino porque el periodismo es el invitado de honor y aún no aparecen sus máximos exponentes.

Como novia el día de la boda, los periodistas galardonados se hicieron esperar, algunos por llamar la atención y otros porque debían dejar lista la emisión del noticiero de esa noche para poder festejar tranquilos, caso de Álvaro García, director de Noticias RCN, que llegaría sobre las ocho de la noche.

Los jurados del Premio llegaron uno tras otro, primero el Presidente de este año, Jorge Orlando Melo, luego Margarita Vidal junto a Cecilia Orozco, D´artagnan y Ricardo Santamaría se harían esperar un poco. Todos reunidos, pero sólo por unos instantes, porque después de haber pasado un año juntos, entre promociones y votaciones, seguramente querían escuchar otras voces.

"La pinta no es lo de menos"

Los encajes y volados fueron reyes entre reinas, o entre damas, porque la única reina que asistió fue María Mónica Urbina, de pantalón satinado y camisa de flores rebordeada. Claudia Hoyos con un vestido al sesgo, de rayas multicolor que atravesaban desde su hombro hasta mucho más arriba de su rodilla, hizo girar cabezas a su paso.

Las señoras, más reposadas y recatadas, prefirieron ir a lo seguro, aunque la pelea entre falda y pantalón no tuvo ganador, las camisas de seda y las chaquetas de terciopelo arrasaron. Los cuellos de encajes plisados revoloteaban de lado a lado entre los tres salones. De los hombres, nada nuevo por decir, todos con sobrios trajes de corte inglés, oscuros pero no lúgubres, aunque combinados con corbatas que les daban el toque de color, ahí lo más exótico fueron los cuadros.

"La pinta no es lo de menos" diría Amelia Toro a sus compañeros de charla. Entre las mujeres, la que más miradas levantó no fue ni Claudia ni María Mónica, sino una jovencita, de nombre desconocido por todos excepto por su abuelo socio del club, que se paseaba entre los invitados con baletas rojas, medias pantalón negras hasta el tobillo y minifalta en juego con los zapatos. Sólo ella había usado la misma ropa con que diariamente asistía a clases en los Andes. Entre los hombres, sonará a redundancia, Poncho Rentería fue el único que sobresalió, con corbata de corazones y blaizer de pana amarilla.

"¿Hielo o soda?"

Ocho y treinta de la noche, en punto, y las cuatro mesas de bufete destaparon sus refractarias al público. El olor de una salsa tipo BBQ se apoderó de las habitaciones y a los cinco minutos los invitados se habían distribuido en filas. Como aperitivo Sello Rojo para los hombres y Dubonet para las mujeres, servidos desde la llegada de la primera persona al salón hasta que el último se despidió, despertaron el apetito.

De entrada tenemos palmitos de cangrejo enrollados en paté de frutos del mar, seguidos de jamón serrano. Como platos fuertes salmón marinado, langostinos en la fragante salsa, goulash de ternera y pinchos de cerdo y queso azul, acompañados de papas falsas y todo tipo de quesos repartidos en una mesa especial. Si prefiere la ensalada, en la mesa ubicada en la biblioteca podrá encontrarla.

Como postre, ni siquiera se debía preguntar, la mesa central estaba perfectamente adornada, con un frutero exótico en el centro y bandejas con todo tipo de dulces miniatura. Milhojas, tartaletas y bizcochos borrachos de todos colores y rellenos para el deleite de los convidados.

El resto de la noche, los chefs del Club no cesaron de llevar a las mesas vasijas de plata rebosantes de las viandas ofrecidas y aunque las damas apenas recibieron un plato, los hombres aprovecharon y, en algunos casos, repitieron hasta tres veces. Otros que no descansaron fueron los meseros, uno con la bandeja de tragos y otro a su lado preguntando "¿hielo o soda?".

La caída oriental

Justo enfrente de la mesa de postres un grupo departía alegremente, algunos todavía tenían su plato en la mano, otros brindaban, a sus espaldas un pequeño espacio para transitar y la baranda que daba al foso central de la escalera, desde donde se veía un magnífico centro de mesa de rosas rojas frescas.

Empresarios nacionales discutían algún tipo de negocio con un hombre de estatura media, tez blanca y ojos rasgados. Hablaban español, pero sólo ellos comprendían lo que decían. Al unísono saludaron a María Esparsa Baena que de pasada hacia el tocador los saludó. Luego, el caos.

Los meseros no paraban de servir trago, iban de un lado al otro, con las bandejas en alto para no interrumpir. Aunque bajo las mesas se dispusieron algunos tapetes persas, alrededor de los postres sólo estaba el parqué y la crema que rellenó alguna tartaleta.

Al volver a la mesa principal, un experimentado mesero recogía copas y platos vacíos; distraído en cumplimiento de su trabajo, pisó la crema y junto a la bandeja él fue a dar al piso, el estruendo acalló a la concurrencia por un segundo, aunque nadie mostró mayor interés. Pero entre la distracción por los platos rotos, el oriental temblaba de un lado a otro, luego de perder el equilibrio impulsado por la caída del mesero, cayó junto a él y ahora sí, todos prestos a levantarlo.

Manuel Teodoro, apenas pudo disimular la risa y Bruno Díaz soltó su vaso para levantar al segundo caído. Nuevamente en pie, el diplomático no pudo más que disculparse y cambiar de lugar mientras se limpiaba el whisky puro regado por su tropiezo.

La mujer más precavida

De acento español, acompañada por su esposo, sentía el ahogo por el calor que desde hace más de una hora se había apoderado de la recepción. Para oxigenar a más de quinientos invitados sólo había un par de ventanas en el costado occidental y dos pequeñas puertas que daban a una simulación de balcón en el oriental.

Los del centro, incluyendo a la española, no tenían posibilidad de recibir aire fresco y ambos costados estaban atestados. Ella, entre la duda y la necesidad, se atrevió a comentarle a una compañera de baranda que entre su bolso reposaba un abanico, pero que le daba pena sacarlo, ¿qué pensaría la gente? "no pensarán nada distinto a que usted es la mujer más precavida de todo el cóctel"

Abanico en mano y repartiendo viento a todos los que a ella se acercaban, la mujer que asiste al Premio desde su fundación hace treinta y un años, antes en el Golf Club y ahora en el Jockey, tiene bien aprendida la lección, más vale abanico en mano que ventanas en los costados.

¿Dónde está la organizadora?

Seguros Bolívar entrega el Premio Nacional de Periodismo cada año, pero es la Secretaría General del Premio, en cabeza de Ivonne Nicholls, la que recibe la carga logística. Debe nombrar jurados, convocar a los periodistas, preparar la ceremonia de proclamación y por si fuera poco, organizar un cóctel al que deberá asistir la crema y nata de la sociedad.

Con tantos gustos por complacer, seguramente la señora Nicholls deberá estar pegada al jefe de servicios del Club, ultimando detalles, preocupada por la llegada de las personalidades y pendiente del reloj para impartir órdenes en el momento adecuado. Eso creeríamos muchos, pero no fue así, todo lo contrario.

Ivonne Nicholls no trabajó durante el cóctel, y con eso no queremos demeritarla, por el contrario, reconocemos la incansable labor que realiza 364 días del año para que en una noche ella descanse. Todo estaba previsto, ningún detalle se había escapado, el personal tenía claro qué debía hacer y ella sólo tenía que dedicarse a hacer lo que mejor sabe: relaciones públicas.

Ivonne fue la celebridad más reconocida, todos la saludaron, todos querían hablar con ella, incluso se turnaban para hacerlo, al fin y al cabo por ella es que estaban ahí. Un grupo de políticos, encabezados por Armando Benedetti, era seguido por uno de grandes periodistas auspiciados por Fidel Cano, que luego se cambiaba por el de damas prestantes de la ciudad.

Ella no cambio de sitio, por más de dos horas estuvo en el marco de entrada al salón principal, sonriendo y preguntando por las minucias de cada invitado, con un clásico vestido de cuadros crema y verde aceituna. Se sentó por un instante junto al ex - Presidente, saludó a su esposa y siguió recibiendo agradecimientos.


La noche terminó pasadas las diez, a esa hora la mayoría de los invitados ya estaba rumbo a sus hogares, listos a madrugar para los programas radiales de las cinco de la mañana del miércoles o para revisar la edición matutina del diario. Comienza otro año para el Premio, en un par de semanas se estará escribiendo el listado de candidatos a jurados y se les convocará. Mientras tanto, regreso por las mismas calles mal iluminadas pero repletas de estudiantes que salen de clase, quienes ni se imaginan que a dos cuadras desfilan los grandes personajes que acaban de definir sus destinos.

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UN PREMIO PARA MÁS QUE PERIODISTAS

En el marco del Premio Nacional de Periodismo nos encontramos a los grandes del oficio y a otros tantos que son parte de los medios cuando dan declaraciones.

El pasado martes 3 de octubre, en el Auditorio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, se entregaron los Premios Nacionales de Periodismo Simón Bolívar, en su trigésima primera versión, lo que quiere decir que el Premio lleva treinta y un años reconociendo el trabajo periodístico nacional.

Muchas gracias al doctor José Alejandro Cortés, Presidente de Sociedades Bolívar, y a su incansable colaboradora Ivonne Nicholls, Secretaria General del Premio, por homenajear a los colegas que con méritos reciben el diploma que los acredita como ganadores. A propósito, doctor Cortés, ¿por qué Seguros Bolívar se preocupa por premiar a los periodistas nacionales? “Ha sido un tema de muchísimos años, en un momento pensamos que podíamos hacer algo por la comunidad, en esa época no existía el concepto de responsabilidad social empresarial, pero tal como hoy se insiste, el Premio nació como una forma de hacer algo por la comunidad”.

Periodistas en todos sus géneros abundan en el lobby del auditorio, reporteros, columnistas, fotógrafos, caricaturistas, y entre ellos Don Paulo Lasserna, director del Canal Caracol, quien nos contó ¿cuál es la importancia del Premio para el periodismo colombiano? “La verdad es que han habido muchos premios, pero el Simón Bolívar, que ha sobrevivido treinta años, sin nunca haber comprometido su credibilidad, es uno de los más importantes, por eso bienvenidos éste y todos los premios de periodismo, porque es importante resaltar la labor de profesionales que corren tanto riesgo por ayudar a los demás. Yo creo que el Premio es un pilar para la prensa nacional”.

Pero no sólo Caracol tendría la palabra, José Gabriel Ortíz, en representación de RCN, nos respondió la misma pregunta: “El Premio es una institución que marca una pauta, además es un reconocimiento a todos los periodistas por la labor que ellos hacen” y ¿espera encontrar muchos bagrecitos? “claro que sí, ésto va a estar lleno de bagrecitos”.

El auditorio enchapado en madera, de arquitectura contemporánea y vidrios flotantes sobre la mesa principal servirá de escenario para que desfilen los ganadores, orgullos, de paso firme frente a sus colegas. Aunque aquí no todos celebran, algunos trabajan, con libreta y grabadora en mano, muchos otros, que aún no han ganado del Premio, continúan en la lucha por conseguir las mejores declaraciones de los asistentes.

Sobra decir que entre la concurrencia está lo más selecto de la prensa nacional en sus tres versiones: escrita, radial o televisiva, pero en primera fila no están los periodistas, en el centro del auditorio, bien acomodados sobre las sillas tapizadas de amarillo, nos encontramos a dos hombres, que aunque se la pasan frente a las cámaras no tienen el título de comunicadores.

¿Cuál es la importancia de la libertad de prensa para el país?, el señor Procurador, Edgardo Maya, nos responde: “Aquí y en toda sociedad la prensa tiene la responsabilidad, en primer lugar, de dar a conocer todos los hechos, y en segundo, la de opinar libremente. En Colombia la prensa tiene la libertad de socializar todos los temas, pero aquí hay un método de cubrir determinados temas y no dejarlos salir a la luz pública”.

Ahora el caballero que amablemente cedió la palabra a su compañero de puesto, Dr. Alfonso Gómez Méndez, ex - Fiscal General de la Nación, cuéntenos, ¿cuál es la importancia de estimular el periodismo en Colombia? “Eso contribuye a que se conozca la verdad, a que se profundice la democracia, a que se cree una opinión pública suficientemente informada y para que haya más luz sobre los episodios oscuros de la historia reciente de Colombia”

Ya que tocamos las instituciones del Estado, por qué no aprovechar para que la Dra. Dilian Francisca Toro, Presidenta del Congreso, nos hable sobre cómo cree que deberían ser las relaciones entre política y periodismo “La relación entre política y periodismo debe ser muy objetiva, los periodistas tienen la obligación de informar, usando la libertad de prensa, pero que sean muy objetivos, que la prensa no sea subjetiva, que no diga lo que ella piense sino que informe objetivamente lo que sucede, ya la opinión pública definirá, con esa información, lo que debe pensar”, usted cree que frente a las decisiones que ha tomado el Crongreso bajo su dirección, ¿los medios han sido objetivos o han tomado partido? “han sido objetivos, pero a veces tratan de opinar cuando el que opina debe ser el público y ellos se deben limitar a informar objetivamente”.

Nos sonó el Himno Nacional, ahora si a lo que vinimos. Inicia la tanda de discursos, el doctor Cortés, quien haciendo honor a su apellido da los saludos respectivos como preámbulo a la apertura de una nueva etapa en la historia del Premio. Hasta hoy, año tras año han sido premiados los mejores en sus categorías, bajo el ojo crítico de jurados íntegros e idóneos, pero el mundo moderno está en constante transformación, por ende el periodismo y por tanto el Premio. El cambio no será tal, más bien será una inclusión, para el 2007 el periodismo digital y los creadores de empresas periodísticas recibirán galardones, es la promesa con que nos deja.

A continuación el invitado de honor, Jhon Lee Anderson, cronista de reconocimiento mundial, regresa de Irak y Afganistan para recordarle a la prensa nacional que no se debe vender como el bufón de las milicias afganas, que entretiene a quien le paga y asesina a sus contradictores. Al terminar su discurso, e incluso la entrega de distinciones, hablamos con él, para que desde su experiencia internacional, nos contará cómo ve al periodismo nacional: “Como toda prensa en un país en conflicto, sobre todo cuando se trata de un conflicto interno, no es perfecta, hay imperfecciones, como decía en mi ponencia es difícil ser un buen periodista en un país en guerra, es lo más difícil, porque todo está en su contra, pero yo conozco muy buenos, honrados y valientes periodistas en éste país y veo cómo surgen nuevos cada año. Yo tengo toda la esperanza que de éste país tiene un periodismo con un gran porvenir, como lo ha tenido en el pasado y lo digo sin reparos”.

Después, y para cerrar los discursos de protocolo, el señor Jorge Orlando Melo, Presidente del Jurado, hizo reír a la audiencia leyendo un ejemplo de lo que fue el periodismo colombiano a mediados del siglo XX, aunque ni para él quedó claro si el ejemplo era parte de la prensa buena o mala.

Los nominados enfrentaron desde mayo de éste año a siete jurados que se olvidaron de los amigos y de los enemigos y juzgaron, en todo el sentido de la palabra, a la prensa nacional. Roberto Posada García-Peña, Cecilia Orozco y Margarita Vidal fueron algunos de los que asumieron el reto de calificar a sus colegas.

Primero las damas, así que Margarita Vidal fue la elegida para contarnos cómo es le procedimiento para la elección de los ganadores: “Es un proceso de todo un año, inicia en el mes de febrero con un recorrido por diferentes ciudades del país para invitar a los periodistas y los medios a participar, porque es muy importante que ellos manden sus trabajos. Después, a lo largo del año, en sesiones semanales se van estudiando cada una de las categorías, cada jurado lee minuciosamente, llega a la sesión con sus candidatos, se vota y se van eliminando nombres hasta llegar a uno por consenso. La parte más gruesa, que es la televisión y la radio, siempre lo hacemos en Cartagena, con un mes de anterioridad nos reunimos en el Hotel Santa Teresa donde tenemos una gran pantalla de televisión y nos reunimos a mirar los trabajos, analizándolos y hablando de sus bondades, defendiendo cada candidato. Es un jurado cordial, que defiende sus puntos de vista, pero que al fin y al cabo sabe que lo que tiene que conseguir es unos premios que se ajusten a los cánones del buen periodismo”, realmente el trabajo es difícil, pero ¿qué pasa en los casos en que se declara desierto un premio? “Los premios se entregan sobre trabajos enviados, no es cualquier trabajo que aparezca, debe haber sido presentado oficialmente, por el director del medio o por el mismo periodista, pero qué sucede, hay categorías en las cuales hay muy poca participación, como el caso de la Beca en Radio, porque llegaron dos o tres trabajos que no valían la pena. No nos gusta declarar los premios desiertos, no es el objetivo, pero es absolutamente imposible premiar una cosa mala, eso no lo vamos a hacer jamás”.

Cecilia Orozco por su parte nos habló sobre el arduo trabajo de ser jurado: “Primero, físicamente es un trabajo tremendo, porque cada categoría tiene cien o ciento cincuenta trabajos nominados, hacerlo no es fácil, después, juzgar a los propios periodistas es un poco complicado, finalmente logramos ponernos de acuerdo y ahí se vio el resultado”, parece que la decisión fue muy bien recibida, sobre todo la de Vida y Obra entregado al ex - Presidente Alfonso López Michelsen, “fue muy emocionante, porque el ex - Presidente López Michelsen ya tiene 93 años y es su vida y obra”, además por lo que dijo parece que él estaba esperando ese premio, “si, ha sido muy polémico pero las palabras que dijo me parecen muy importantes, porque a su edad está reclamando independencia y crítica, lo que lo hace muy interesante y un ejemplo para los periodistas jóvenes”. Recordando lo que la Presidenta del Congreso nos había dicho, le preguntamos a Cecilia, experta tanto en periodismo como en política, si creía que las informaciones que se emitían estaban sesgadas por las decisiones del gobierno: “estamos pasando por una crisis del periodismo independiente, creo que, en guardadas proporciones, a Colombia le está pasando lo mismo que le está pasando a Estados Unidos en materia de periodismo, como el gobierno norteamericano ha tenido que enfrentar lo que ha llamado terrorismo y en Colombia está sucediendo lo mismo, hay una cierta autoridad moral que se han atribuido los medios frente al gobierno y creo que eso no es una buena ruta, que estamos bastante equivocados y las consecuencias las veremos más adelante”, entonces ¿qué deben hacer los futuros periodistas? “no estar al lado del poder sino frente al poder”.

El último, pero no por ello el menos entre los jueces, D´artagnan nos contó qué evalúa el Premio, por qué alguien se lo gana: “Funciona la meritocracia en todas sus formas, si la gente observa quién se llevó los premios, la mayoría quedaron en provincia, y realmente es muy satisfactorio para mí como jurado, ver cómo mis colegas, los periodistas de todas partes del país, reciben ese premio y lo importante es que cada vez se descentralice más”, ¿cuándo usted está viendo los trabajos de los nominados, siente que hay mucho por aprender o por el contrario que todo ya se ha dicho?, “esa es la razón de ser del periodismo, porque todos los días existen hechos y la forma de registrarlos es dónde está el arte de la profesión, aunque en Colombia el periodismo no tiene el status, ni el reconocimiento que tiene en otros países”, entonces, ¿qué tan difícil es estar sentado, nombrando ganadores y no recibir nada? “Yo me gané el Premio a Vida y Obra el año pasado pero, en definitiva, es más satisfactorio entregar premios que recibirlos”.

Pero bueno, muy chévere lo de Cartagena y muy sentido el respeto por el trabajo de los colegas y demás, pero ahora, ¿dónde están los ganadores? Una vez terminada la proclamación, ellos salieron a los pasillos y halls del auditorio a felicitarse mutuamente mientras disfrutaban de una, o varias, copas de champaña.

El director de Noticias RCN, Álvaro García, fue el primero en cruzarse en nuestro camino, luego de recibir el Premio a mejor cubrimiento de una noticia en televisión por el trabajo “Los Héroes de la Patrulla”, realizado por él y su equipo, nada más obvio que preguntarle sobre ¿cómo se debe cubrir una noticia? “Es difícil, pero la experiencia que nos queda de todos los reconocimientos que hemos tenido es que la labor en equipo es fundamental, y que muchas veces una pieza periodística sola, un fragmento de un reportaje solo, sin contar con el apoyo de los demás, no es suficiente, porque si no contribuye a que ese engranaje funcione, para que el camarógrafo capture una buena imagen, que la editora haga un buen trabajo y que el periodista complemente la información, poniéndola en contexto, no podrá lograr hacer un reportaje reconocible y perdurable en el tiempo”.

Luego, el Periodista del Año, Fidel Cano, director periodístico de El Espectador nos contó si creía tan cierto que con el paso de diario a semanario había llegado un aire de independencia y objetividad al periódico: “El Espectador es un periódico que va a cumplir 120 años y si algo lo ha caracterizado es la independencia, si algo lo ha hecho grande ha sido eso, yo lo único que he hecho es escarbar entre lo que había atrás y modernizarlo para los tiempos de hoy. El Espectador es necesario para Colombia mientras sea un periódico independiente, eso es lo que hemos venido haciendo y así seguiremos porque de otro modo no tendría sentido seguir”.

El turno es ahora para el ganador en un género olvidado del periodismo, Vladimir Flórez - Vladdo -, ganador a mejor caricatura, con su diploma en una mano y un ramo de flores que le llevó sus hija en la otra, nos cuenta si se puede o no hacer periodismo a través de ella: “Yo llevo veinte años haciendo caricatura y haciendo periodismo con la caricatura e indudablemente es una disciplina con la que uno puede opinar, criticar, decir muchas, cosa que no puede hacer en otros géneros”.

Aunque algunos no salieron premiados, no se les podía dejar de lado, por eso Poncho Rentería comentó sobre el Premio a una Vida y Obra: “Que Alfonso López Michelsen se gane un premio de periodismo es comprensible, porque él comenzó de periodista dirigiendo La Calle, escribiendo artículos venenosos contra Carlos Lleras, entonces la mano negra le persiguió el periódico, le tocó cerrarlo y dedicarse a la política y en la política, como era el más inteligente, estudioso y hablaba inglés y francés y había viajado, pues le quedó fácil y llegó a Presidente y después ha seguido coqueteándole a todas las mujeres periodistas, de modo que si fue bien entregado el Premio”.

Por las risas que se esparcían entre los asistentes no quedaba duda de que aquí no importaba haber recibido el Premio éste año, la próxima será, por lo pronto, muy rica la charla, gracias por los brindis, pero es hora de seguir trabajando, porque siempre hay una historia que cubrir, una imagen que capturar o una columna por escribir, sobre el país que día a día produce noticias para que sus periodistas no se mueran de hambre y de abandono.

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DISCURSO DEL EX - PRESIDENTE ALFONSO LÓPEZ MICHELSEN

“Difícil me es transmitir los sentimientos que me embargan con motivo de recibir, al final de mis días, este Premio, que fue sometido a la consideración de jurados durante veinte o más años, sin que faltaran quienes objetaran la escogencia de una persona tan estrechamente vinculada a la polémica política. Pero, al lado del agradecimiento, como sentimiento profundo, experimento, igualmente, una emoción muy personal que someto a la consideración de ustedes.

Hace exactamente treinta años se celebró la ceremonia de otorgamiento de los Premios Simón Bolívar, auspiciados, como siguen siéndolo, por Seguros Bolívar. En esas circunstancias me desempeñaba yo como Presidente de la República, y me entregó los premios, para ser traspasados a los beneficiarios, el mismo José Alejandro Cortés Osorio, que hoy nos acompaña presidiendo esta ceremonia. No deja de ser curioso que estemos otra vez reunidos, exactamente como estábamos en 1976, y cuando ya son numerosas las bajas que registramos en nuestras filas.

En primer término viene a mi memoria el agraciado en aquella fecha, que fuera Roberto García-Peña, el único que nos falta de ese escenario, y nos falta, no solamente para esta ceremonia sino para el rumbo de la opinión pública en Colombia, tratándose de una persona tan distinguida por la nobleza de sus sentimientos.

Al mismo tiempo, con la concurrencia, celebro el recinto en donde tradicionalmente venimos a oír buenas noticias. No guardo memoria de haber escuchado en este lugar ninguna voz discordante, ninguna palabra ofensiva ningún agravio en las más diversas circunstancias. Es, pues, providencial estar otra vez con José Alejandro en este recinto, con ustedes como audiencia, y poder celebrar que se me otorga uno de los premios más ambicionados en Colombia. Pero no deja de tener un rasgo de humor negro el que se me haya otorgado esta presea, precisamente, cinco días después de que había publicado yo un artículo sobre la decadencia de la prensa, sobre el final del periodismo, que, según he podido verificar recientemente, se calcula que la muerte del periodismo será en el primer trimestre del año 43 de este siglo. Faltan, pues, unos años.

Y, curiosamente, acostumbrado a ser tratado como hijo del Ejecutivo, como protegido de mi padre, como el hijo de papi, me encuentro con la inversa, con que me corresponde llegar a este honor cuando, en 1992, ya lo había ganado el menor de mis hijos, porque fue Felipe López, entonces director de Semana, quien fue consagrado por su vida de periodista, que apenas sobrepasaba los veinte años.

No puedo olvidar, en estas mismas circunstancias, a la que yo calificaría como la cofundadora del Premio, doña Ivonne Nicholls, que ha desplegado un entusiasmo constructivo, y me atrevo a calificarla de cofundadora porque así lo ha sido, no una simple colaboradora, no una organizadora, sino el alma y el espíritu que ha secundado los propósitos de José Alejandro Cortés.

Escogido para esta dignidad, me complace registrar de qué manera Colombia sigue siendo la misma a pesar de tantos avatares como se han abatido sobre nuestro destino. Esta sesión me recuerda la primera, la original, la que se celebró en la Quinta de Bolívar, en la que se escucharon voces de optimismo, voces de confianza en el futuro de nuestro país. Yo diría que, en cierta manera, a pesar de la maldición que ha sido para Colombia el advenimiento del narcotráfico y la guerra civil no declarada, pero tampoco terminada, veo que la Colombia de 2006 responde casi, exactamente, a la Colombia de 1976, en cuanto a la estimación y al afecto de sus hijos por una patria que todos consideramos irremplazable.

El mismo discurso optimista, las mismas cifras sorpresivas, o que creemos sorpresivas, que han rodeado estos días, fueron idénticas a las que rodearon la celebración del primer Premio, con una salvedad:, que en los discursos de aquella época se celebraba con gran satisfacción el autoabastecimiento de alimentos en Colombia y se agregaba un país que alimenta a sus vecinos y que exportaba más allá del mar para países necesitados.

No podemos decir hoy lo mismo, porque nos hemos vuelto importadores por un descuido con la agricultura, que se traduce, por qué no decirlo, en el desempleo que se presenta como una sorpresa, si es que puede haber una sorpresa cuando es menor el número de áreas de cultivos y mayores las cifras de desempleo. Lo curioso sería que a menor número de áreas cultivadas aumentara el empleo. Desgraciadamente no es así.

Con mayor autoridad que la mía, aquí se ha hablado de la situación del periodismo, no sólo a nivel colombiano sino a nivel universal. Es un hecho que al describir la situación de Colombia hace treinta años, con mayor o menor intensidad, los hechos sean los mismos, las palabras sean semejantes, la posición de los gobiernos frente al periodismo no sea diferente de la de aquellas épocas, pero, en cambio, cómo ha evolucionado el periodismo con la aparición de nuevos medios de comunicación, con una competencia insospechada de la cual la televisión era apenas un anuncio. Nos encontramos con que el periodismo está prácticamente acorralado por la competencia, en el campo comercial, de medios nuevos distintos, como es el caso del Internet. Confiemos, para la salud mental de la ciudadanía, que no desaparezca ese periodismo crítico tan característico de nuestro medio, como ha sido aquí descrito por quienes me precedieron en el uso de la palabra.

Es curioso y paradójico que, en el mundo de la globalización, el periódico escrito tiene que orientarse cada día, en mayor grado, a lo local. El ciudadano, no sólo entre nosotros sino en el mundo entero, se interesa por lo que lo rodea, por su entorno, más que por la visión de las cosas universales. Lo que nos sucede aquí, en donde episodios militares en el Líbano no cuentan frente a las crónicas sobre los sexoeclesiásticos que nos rodean, crónicas acerca de sus pecadillos. Más y más, el periódico escrito tiene que ser una crónica de lo local, tiene que estar vinculado a lo que le interesa al cerebro y al bolsillo de la ciudadanía, al punto que algún cronista americano calificó, no ya de local lo que hay que hacer, sino de hiperlocal o superlocal, para seguir cautivando el interés de los lectores.

A mí me sorprende, como lector ansioso de conocer el mundo exterior, de qué manera, más y más, la prensa colombiana se va sumiendo en el mismo orden de ideas a lo estrictamente local. Y no sólo a lo estrictamente local sino, casi, diría yo, a lo estrictamente personal, que afecta a los lectores.

Hace dos o tres semanas se celebró en Cartagena un acontecimiento sin precedentes de carácter universal, como fue el Congreso de Cultivadores de Palma Africana. Acudieron 1.400 personas, de treinta países diferentes. Intervinieron en la discusión, en el debate, en la presentación de los hechos 88 oradores, de los cuales 55 eran extranjeros y 33 colombianos, y se abrió todo el velo del futuro, las posibilidades económicas para Colombia con la palma africana, y, quienes habían asistido a otros congresos, particularmente en Asia, en congresos en(Malasia, o en Singapur, reconocían que era un evento de carácter mundial la reunión de Cartagena, y del hecho, del cual debemos sentirnos orgullosos, de ser Colombia el único país del Continente Suramericano que califica para participar en las directivas y en las grandes cifras de la palma africana, aproximándonos al cuarto lugar en el mundo, al lado del monopolio que ejercen para ciertos efectos los países de otros continentes.

En estas circunstancias, es sorprendente que no ha existido despliegue, publicidad de ninguna clase que estimule a los agricultores y, particularmente, a los exportadores, a prestarle atención a un renglón que está transformando el mundo en momentos en que la bioenergía sustituye los combustibles de carácter fósil y Colombia aparece como un país privilegiado por todos aquellos factores que nos enseñaban desde la escuela: Puertos en el Pacífico, puertos en el Atlántico, todos los climas posibles, abundancia de agua, haber experimentado ya, en pequeña escala, las posibilidades de reforestación, pero tenemos que pensar que, en este siglo, que es el de los descubrimientos, vamos camino de darle una verdadera sorpresa al mundo, al lado de aquellos que comienzan a cultivar la caña para la bioenergía, y para la biotecnología, la soya y la palma africana.

¿Cómo es que sobre estas cosas que nos llegan tan de cerca se ausente la prensa? Es esa orientación hacia lo local, que no puede excederse sin correr el riesgo de que la prensa colombiana corra la suerte de la prensa de otros países, en donde diarios con ciento catorce años de existencia han desaparecido.

Nuestra prensa, como la describía el Presidente Cortés, es una prensa heroica. Reducir el número de muertos para alegar, mediante estadísticas, que ya no hay la necesidad de ese heroísmo para ser periodista, es inexacto. Desgraciadamente, también, siguiendo la orientación del doctor Cortés, fracasó el proyecto de agremiación que estaba pendiente hace treinta años con la tarjeta de periodista, que fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia en aquellas épocas. Se impone una mejor condición laboral para los periodistas, no para los dueños ni los directores, sino para los periodistas de cada día, los cronistas, los entrevistadores, los fotógrafos, que tengan un mínimo de seguridad social, de atención médica, de salarios, que compensen los esfuerzos y el heroísmo a que he hecho referencia.

Y termino con la misma admonición de 1976, la de la responsabilidad del cuarto poder, que es la prensa escrita. Hay que pedirle a la prensa escrita que contribuya con su discreción, con el respeto a la verdad de los hechos, manteniendo la libertad de opinión, que es sagrada, que contribuya al proceso de paz en que estamos comprometidos. Si, entonces, cuando no vivíamos momentos tan angustiosos como los presentes, pedía yo, en calidad de Presidente de la República, que la prensa asumiera la totalidad de su responsabilidad, algo semejante me atrevo a insinuar en momentos en que parecería que nos estamos aproximando a una nueva etapa en el conflicto que viene de años atrás.

Expresamente, a los periodistas que me han pedido mi opinión para la radio, para la televisión, para la prensa escrita, les he dicho que prefiero guardar silencio y dejar en manos de los protagonistas del proceso de paz esta etapa que, por su propia naturaleza, debe ser reservada, discreta, íntima. Es un contraste monstruoso entre la necesidad de avanzar, apelando a los sentimientos patrióticos y humanitarios de los protagonistas en la intimidad de una relación de dos personas, y el proceso que se está cumpliendo de abrir un plebiscito en que todo el mundo opine, todo el mundo interprete, todo el mundo vaticine el éxito o el fracaso de las conversaciones.

Yo quiero aprovechar este escenario para pedir que se contribuya con una total discreción a permitir que quienes están comprometidos personalmente como protagonistas del proceso de paz, no sufran la presión de la opinión orientada, como si se tratara de una campaña política.

Precisamente el Miami Herald en español, hace unos cinco días, hizo una crítica bastante severa de la prensa colombiana, particularmente la prensa radial, por la forma en que se ve entre los entrevistadores y los entrevistados, entre los dueños de los medios y sus amigos, que hay un proceso en los medios más cercano del amiguismo y del enemiguismo que de la crítica imparcial. Precisamente lo que necesitamos es independencia, porque la opinión es libre, pero la información es sagrada.

Termino, pues, agradeciendo la presencia de todos ustedes, invocando su colaboración en el proceso en que nos estamos comprometiendo todos los colombianos, para que se celebre un Acuerdo Humanitario y, más adelante, pero independientemente, se considere un proceso de paz, que ponga término a esta guerra tan ingrata, tan perseverante”.

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PREMIADO EL “POLLO”


Alfonso López Michelsen ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2006.

Noventa y tres años de edad y casi cincuenta en ejercicio de la profesión, le dieron al “Pollo” López el anhelado Premio. Y era de esperarse, desde sus primeras nominaciones y cuando sonó como fuerte candidato a Vida y Obra de un Periodista en los Premios Simón Bolívar de 1997, hasta José Font Castro, invitado especial para entregar el Premio ese año, tuvo que cambiar el discurso al aterrizar el avión y las esperanzas de todos.

Sus colegas lo respetan e intentan seguirlo, es toda una autoridad hasta para quienes son expertos en la materia, léase política, sociedad, periodismo o cualquier otro que se le ocurra al lector, porque como lo demuestra su prolífica columna semanal en El Tiempo, la pluma de Alfonso López Michelsen escribe sobre lo que le toque, o lo toque porque afecta al pueblo colombiano.

Al publicar el libro que compendia sus escritos, el doctor Fernando Hinestrosa acertó al decir que en momentos de desazón periodística es “una fortuna contar con la presencia de un vigía autónomo, que no se ruboriza ni acobarda, en su tarea de disentir, y por el contrario, se solaza siendo disidente y que opina con conocimiento de causa y responsabilidad”.

Un amigo pronunció esas palabras, pero el pasado 3 de octubre, un jurado con personalidades como Jorge Melo, Cecilia Orozco o Roberto Posada García-Peña, las repitieron en similares términos y las aumentaron: “La capacidad de ver nuevos ángulos de problemas conocidos, de sorprender a los lectores con puntos de vista diferentes, de recoger en una frase atractiva e inesperada las líneas de un argumento…”

Para halagos sobró tiempo, pero más allá de la consagrada carrera en el mundo intelectual, que lo llevó hasta la Presidencia de la República en el último cuarto del siglo pasado, López ha demostrado, con sus escritos y no con sus credenciales, que es uno de los últimos hombres lúcidos en tiempos de crisis.

Su escritura es limpia y ágil, otras de las cualidades premiadas, pero sobre todo, conoce la forma de llegarle a la gente, no se necesita ser politólogo o economista para entender a un versado en esos temas. Tal como lo hizo desde su gobierno, López habla para el común, con el lenguaje del común, aunque aplicándole las correcciones gramaticales y semánticas pertinentes.

Es polémico, mordaz, irreverente y todavía pide independencia y crítica en sus colegas. Recibió el Premio que había esperado gran parte de su vida, justo después de publicar una columna sobre el fin del periodismo; por suerte, todavía queda “Pollo” y prensa que le permita entregar a la opinión pública un punto de vista objetivo pero nunca sumiso, que ve a Colombia como un todo y que aún da batalla por un acuerdo humanitario.

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¿CENSURA O CONTROL?

Radiodifusión bajo la mira de la Comisión Nacional de Televisión


La semana pasada la Ministra de Comunicaciones, María del Rosario Guerra de la Esprilla, hizo pública su intención de radicar ante el Congreso un proyecto de ley que reformaría las funciones de la Comisión Nacional de Televisión, agregándole la vigilancia sobre las emisiones radiofónicas sonoras.

¿Si lo hace con la televisión, por qué podría hacerlo con la radio? Lo ideal sería que así como existe un ente especializado en televisión también existiera uno para la radio, porque ambos medios tienen un nivel de cobertura proporcional, dependiendo de la región y el tipo de población que se estudie.

La idea no es crear un nuevo órgano, sino darle nuevas funciones a uno ya existente, por cuestiones de presupuesto o eficacia administrativa, pero lo que no queda claro es cómo se ejecutaría esa vigilancia, porque no es lo mismo controlar el contenido de programas pregrabados, con libretos definidos y susceptibles de revisión, como los televisivos, que callar a personajes o periodistas que expresan su opinión al aire, argumentando sus puntos de vista o exponiendo a la opinión pública lo que ellos consideran pertinente, como sucede en los programas de radio de mayor éxito.

Si la Comisión llegara a imponer algún tipo de sanción por esas circunstancias, no quedaría duda de que se está ejerciendo la censura disfrazada de regulación, pero a eso la Ministra responde diciendo que "No queremos ir en contra ni de la Constitución ni de los planteamientos ni los fallos de la Corte. (Se aplicará) básicamente en dos aspectos que, insisto, son los tradicionales: que se respete la dignidad y que se respeten los derechos de los niños".

Así las cosas, tendría justificación la intromisión, y hasta apoyamos la idea de que la radio no abuse de sus facultades, y de no tener un ente regulador, para difamar o enjuiciar a las personas basándose en opiniones infundadas que se hagan de ellas; sin embargo, esa propensión del Ministerio por velar por la dignidad y los niños debería igualmente aplicarse a todo tipo de medios, porque actualmente se ve cualquier información publicada en medios sensacionalistas que aplican todo menos el respeto por la dignidad y la infancia.

En cualquier caso, qué le preocupa a la radio, los que lo están haciendo bien no tendrán problema y los que no lo están haciendo de ese modo, pues tendrán que ajustarse y sin duda sus audiencias se lo agradecerán; de todos modos, la Comisión tiene fama de permisiva, y si ha dejado pasar lo que ha pasado, seguramente permitirá muchas más cosas.

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MAGDA EGAS: UNA SEÑORA DE RELACIONES

Carisma y belleza en las relaciones públicas


Magda Egas es una de esas mujeres que las demás pueden envidiar. Ha sido modelo, presentadora de televisión y ahora dueña de una importante compañía de relaciones públicas, eso sin mencionar la belleza que la ha acompañado y el carisma que le permite hacerse querer por quien la conoce.

A los catorce años ya estaba casada con un italiano que vivía en Cali, ciudad donde a los dieciséis, cuando su hija ya había cumplido uno, fue nombrada “Modelo del Año”, de ahí pasó a las pantallas de televisión cuando Caracol la contrató como presentadora. Pero esos pinitos se quedaron sólo en eso, porque luego de su separación decidió irse a España.

Varios años después regresó al país y el mismo canal que la había revelado al mundo, le dio la oportunidad y por dieciocho años la acogió como su presentadora oficial. Pensando en su público y en su deseo de mostrar nuevas facetas, dio el salto hacia las relaciones públicas, aunque ella no lo llamaría así, porque cree que en la vida nada se puede hacer con saltos. En la Compañía Colombiana Automotriz, aprovechando ese nombre que con amor y esfuerzo había construído, lanzó el primer Mazda en el país, y gracias a ese mismo nombre, para Magda se abrieron nuevos caminos que ella supo aprovechar, no dio pasos de gigante en falso, sino que poco a poco recogió los frutos de su trabajo anterior.

Precisamente fue su tiempo en la televisión el que le dio las herramientas para iniciar como relacionista, porque gracias a la presentación se dio a conocer, pero también conoció, aprendió a manejar las relaciones interpersonales y a utilizar su nombre sin abusar de quien la rodeaba. Teniendo esa raíz, como ella la llama, esos cimientos que se adquieren cuando se empieza desde abajo y se aprende con humildad y respeto por los demás, fundó su oficina de relaciones públicas.

Y el árbol Egas ha crecido tanto que hoy se precia de tener dos grandes ramas: Magda y Producciones Egas. Magda es la relacionista personal, la asesora, la amiga del gerente que le susurra al oído cuál es la mejor estrategia para enfrentarse a la prensa o cómo vestirse para un cóctel, mientras que Producciones Egas se encarga del manejo de las comunicaciones de las compañías, organizando el gran evento u orientando la comunicación en tiempo de crisis.

La asesora de imagen luce como tal, hasta para estar en su acogedor apartamento del norte de la ciudad ella está peinada y maquillada como si tuviera que salir para una junta directiva. Sigue siendo rubia, de piel blanca, alta y esbelta, como los colombianos la recuerdan, sencilla pero con ese porte innato que le ha abierto tantas puertas. La belleza de la señora Egas, y digo señora porque ya tiene dos nietos, es innegable y atemporal, todo el que la conoce intenta adivinar esos truquitos de belleza que atesora bajo su almohada, de los que sólo saca algunos para sus clientes.

La respuesta a esas preguntas obligadas que le hacen en los cócteles, ¿qué hace y cómo hace para mantenerse tan bella como a los veinte años?, será entregada dentro de poco y asegura que será un bombazo al estilo Egas, aunque adelanta que lo más importante es ser mujer y sentirse como tal, no perder nunca la feminidad sumada a la paz interior conseguida por el amor hacia lo que se hace y quienes nos rodean, porque ser bella a los dieciocho es una obligación, pero después de tener dos nietos es cuando aparece el reto, frase célebre de la relacionista.

Para Magda la conciencia sobre la importancia de las oficinas de relaciones públicas llegó a Colombia hace poco tiempo, antes, cuando llegaba la crisis, la primera cabeza cortada era la de esa oficina, ahora, siguiendo el ejemplo de las grandes multinacionales, prensa y relaciones es la primera en consolidarse para mantener la imagen corporativa aún en la peor recesión. Y para su fortuna, también los gerentes, políticos y artistas han tomado conciencia de la necesidad de una asesoría de imagen y comunicación para mejorar su carrera.

Recordando el tiempo que pasó en los medios, Magda habla de su relación con ellos y pone de frente la honestidad y el respeto al tratarlos, luego vienen las relaciones, romper el hielo y acercase a las personas detrás de las grandes revistas o periódicos, leyes que aplica del mismo modo en todos los aspectos de su vida.

En la organización de eventos, fuerte en que Producciones Egas tiene bastante experiencia, su directora no puede decirnos qué es lo fundamental para tener en cuenta, porque todo debe considerarse, partiendo desde las necesidades del cliente, el público al que va dirigido, hasta las bebidas y los pasabocas que se servirán, pasando por las invitaciones y el trabajo de publicidad. Magda asimila su trabajo a un parto, en el que se puede tener mellizos, trillizos y hasta quíntuples mientras se espera que los invitados asistan o que reciban la información si es que la lluvia o el estado de ánimo no les permitieron asistir, porque un evento inicia cuando se planifica, pero no termina cuando se va el último invitado sino con el seguimiento que se debe hacer para medir su éxito.

Ese trabajo de planificación no es más que sentarse a pensar qué quiere el invitado durante el evento, qué le gustaría ver, a quién le gustaría escuchar, por cuánto tiempo, qué quisiera de souvenir, las flores, el sonido, toda la suma de detalles que aparece cuando se hace una lista de las cosas que queremos que pasen y las que no queremos que sucedan, así se prevén las dos situaciones.

Una pregunta obligada para una relacionista de su trayectoria es ¿cuál cree que es la cualidad fundamental para tener éxito en esta profesión? y sin titubear habla de la autenticidad, de ser uno mismo, de ser cálido y amable pero sin aparentar ser otro. La misma Magda Egas que salió en televisión, la que presenta eventos o la que los organiza, es la que pasa los fines de semana con su familia y amigos. En contraparte cree que lo que no debe tener un relacionista, o cualquier ser humano, es creerse una superestrella, porque uno se debe sentir bien y seguro consigo mismo pero sin irrespetar los demás.

Ahora la oportunidad que Magda tuvo se la está ofreciendo a jóvenes talentosos y con deseos de aprender, quienes al estar realizando sus prácticas universitarias o recién graduados, llegan con una mente abierta a lo que la experiencia les pueda brindar, conscientes de que la teoría aprendida en la cátedra es importante sólo si se combina con aquello que la vida nos enseña cada día, porque así como a ella y a muchas grandes relacionistas actuales, la vida fue su escuela y la dedicación, la sencillez y el amor por lograr sus sueños fue lo que las llevó al lugar donde están, con el cariño y el respeto de sus colegas y clientes, los mismos que Magda irradia hacia quienes tienen la oportunidad de compartir con ella.

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